Mi madre Liszeth
Armonst amaba la limpieza, en serio la amaba, no había un día que
no limpiara la casa; mientras caminabas podías ver tu reflejo en el
piso de lo lustroso que estaba.
Un día dejó la escoba
cerca de la estufa y por desgracia ésta se le quemó. Lloró por
quince minutos pero en ese tiempo mi padre agarró el auto y fue
hasta “Australia”, un lindo mercadito donde vendían de todo. Por
su ausencia mamá lloró el doble, hasta que llegó papá con la
escoba.
Patrick estaba en la
casa del árbol como siempre jugando; jugó cinco minutos más y se
fue a la escuela. Su uniforme portaba el escudo de la institución y
la escarapela, era el honor de la familia. Pasaron los días, mamá y
papá se pelearon mucho últimamente. Ayer mamá murió, se disparó
con un arma. Papá está muy deprimido pero quiere negarlo.